Esaú vendió a su hermano Jacob, su primogenitura y
bendición, por un plato de lentejas. Por
satisfacer una necesidad temporera, tomó en poco algo tan importante como la
bendición que Dios le había entregado, y aún más, la de toda su descendencia. Llegado el momento de presentarse ante su
Padre, no tuvo la valentía de decirle con sinceridad la verdad de lo que había
hecho. Acusó a su hermano de haberse apoderado de su primogenitura, y haber
tomado su bendición. Tuvo la memoria muy corta para recordar que él mismo la
entregó, y la vendió por un plato de lentejas. Hizo un pacto verbal para
negociarla. Y dice la Palabra que “clamó amargamente, suplicando que le
bendijera a él también”. (Gn. 25, 27)
Por eso debemos ser cuidadosos en conservar y guardar
nuestra salvación y bendición .con denuedo. Porque el enemigo está al acecho
como león que busca a quien devorar con confusión, distracción, y toda clase de
mentira que logre desenfocarte de tu bendición para que renuncies a ella y la
pierdas (1Pedro 5:8).
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la
gracias de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella
muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano como
Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aún
después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad
para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12:15-17).
Ciertamente la gracia es un regalo inmerecido de Dios.
Es por gracia! Y nuestro Señor es un Dios de amor, misericordia, y muchas
oportunidades. Pero si hay algo que debe ser terrible es ser desechado por
dejar de alcanzar su gracia. Sí podemos perder la salvación. Debemos cuidarla y
ocuparnos de ella con temor y temblor (Filipenses 2:12). Con obediencia a la Palabra
de Dios y con sabiduría, valorándola y honrándola. No es el anhelo del corazón
de nuestro Padre, todo lo contrario. Pero no nos obliga, es nuestra decisión!
Se trata de PERMANECER en Él (Juan 15:7). “Porque yo sé muy bien los planes que
tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a
fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). Esa es Su Voluntad
para nuestras vidas!